¿Qué pasó con la Alta Costura en España?
En 1974 el Ministerio de Hacienda nos obligó a pagarles un impuesto del 60% del beneficio bruto de las ventas. Por entonces éramos 4 diseñadores: Balenciaga, Pertegaz, Pedro Rodríguez y yo. Aguantamos hasta el 78 excepto Balenciaga, que dejó de hacer Alta Costura en el 76, y los tres que quedábamos nos fuimos en el 78. Ahí se acabó, por desgracia, la Alta Costura en España, y me pasé al prêt-à-porter, aunque siempre he seguido haciendo costura. Los demás no siguieron…
Has sido y eres el máximo embajador de la moda española…
He representado a España en todos los países: en la Feria Mundial de Nueva York dos veces, en Washington en la Embajada de España con Garrigues, en Londres con los Marqueses de Santa Cruz, donde conocí a la Reina de Inglaterra y a los Duques de Windsor (con los que he vuelto a coincidir en Paris), en Berlín, Munich, Paris, El Cairo, Japón, México, Israel, Sudáfrica, Chile, Venezuela… [sonríe emocionado]
Tus anécdotas son increíbles pero no tenemos tiempo para todas. Cuéntame una…
Mi primer viaje a Nueva York. Eso no se me olvidará en la vida. Allí viví una de las anécdotas más divertidas del mundo. Llegué al atardecer con mi mujer, recuerdo que los edificios iluminados me causaron una emoción tremenda. Estábamos alojados en la cuarta planta del Hotel Plaza. A la mañana siguiente mi mujer me despertó para desayunar y me dice: “mira, ven a la ventana, que verás qué recibimiento te han hecho los americanos”. Cuando me asomé, Central Park estaba abarrotado de gente, toda la zona acordonada y llena de policía… Entré atónito y al poco me volví a asomar. El revuelo fue increíble. Gente gritando, desmayándose…, una locura. Mi mujer, que ya sabía el motivo, se moría de la risa. Resulta que Los Beatles estaban allí, en la suite de al lado, y me confundieron con uno de ellos. Fue genial.
¿Y ese apellido?
Berhanyer me lo puse cuando me enfadé con mi familia como acto de rebeldía, cambié 4 letras, de Berenguer a Berhanyer.
¿Qué es para ti la moda?
Es la única forma de entregarle a los demás cosas que llevo dentro. Pero no solamente con los trajes. Mi Joyas de la Alambra han estado en todos los museos. Es lo único que no he hecho para los demás, sino para mi, de una manera egoísta (luego Cultura “me obligó” a enseñarlas). Hacer que las mujeres se sientan hermosas. Saber que han guardado mis trajes como un recuerdo de cuando eran más jóvenes. Para mi eso es algo muy hermoso.
En mis colecciones siempre hay algo que puede recordar a una etapa de la historia, como Grecia, Roma… Por ejemplo, estampé los cuadros del Renacimiento en gasa…
Y la elegancia…
La elegancia la tiene que poner la mujer. Yo la puedo vestir bien, pero una cosa es una mujer bien vestida, y otra cosa es una mujer elegante. Puede ir vestida de mendiga y ser elegante. A veces se nace con ella, a veces se aprende. Es una cosa interior que flota fuera. Tampoco tiene que ver con la belleza. Es una cosa muy personal. Una mujer elegante lo está con cualquier trapillo.
Un lema…
Siempre tengo un lema: “el pasado siempre puede ser presente”, no como fue el pasado, sino trayéndolo a nuestra época, a nuestra mirada actual. Y “el futuro, será el presente”. No podemos mirar el futuro para inspirarnos, porque no lo conocemos. Siempre, para inspirarnos, tenemos que mirar al pasado. El futuro es un misterio.
Elio Berhanyer (Córdoba, 1929), es uno de los creadores de moda más importantes de su siglo, toda una eminencia de la costura mundial, y el único diseñador en activo con más de una centena de colecciones presentadas hasta la fecha.
Innovador, trabajador, adelantado a su tiempo, dirige todos los pasos de sus colecciones, desde la música de sus coreografías, el maquillaje, el pelo, las modelos… Ha supervisado cada detalle de esta producción.
Córdoba le nombró Hijo Adoptivo, y la Cátedra de Diseño y Moda de la Universidad lleva su nombre, siendo la única Cátedra del mundo que lleva el nombre de un diseñador. Cada jueves baja en el AVE para atender sus clases. Confiesa que sus alumnos le dan la vida y que son sus mejores maestros.